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«En ciencia vamos siempre a la cola porque no se ve el rédito»
CIENCIA

«En ciencia vamos siempre a la cola porque no se ve el rédito»

Tatiana Gallego, neurocientífica ·

La dombenitense Tatiana Gallego ha logrado publicar una investigación en Science, la revista científica más influyente del mundo

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Martes, 29 de noviembre 2022, 13:13

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Tatiana Gallego Flores vive en San Sebastián, a algo más de 700 kilómetros de su Don Benito natal, aunque en realidad es lo más cerca que ha estado desde que terminó la licenciatura en Biología en la Universidad de Badajoz. De eso hará ya unos 15 años y desde entonces adoptó una vida nómada, para ella, algo natural en la vida del científico. No lo es lograr la publicación de una investigación en Science, la revista científica más influyente del mundo. Ella lo ha conseguido siendo la guinda, pero no punto final, de una trayectoria trotamundos.

Cierto es que nada más finalizar la carrera, regresó a Don Benito para trabajar en la fábrica de Alsat, pero no tardó en asumir que la ciencia no le abriría muchas puertas en Extremadura. Fue un amigo el que motivó que pusiera su primera chincheta en la bola del mundo, en Houston. Allí le esperaba una plaza de técnico de laboratorio y no dudó en hacer las maletas sin apenas dominar un inglés que poco le costó aprender. La biología molecular llegaba así a su vida profesional y en Estados Unidos viviría los seis años siguientes. Dos antes de volver a cruzar el charco, conoció allí a su pareja, el siguiente en motivar un cambio de aires con su traslado a Alemania. Le preguntó si quería ir con él; respondió que sí.

La ciencia, y el amor, le harían entonces realizar su primera parada en San Sebastián como paso previo hacia Alemania. En ese tiempo, trabajó también como técnico en un laboratorio de Bilbao que, finalmente, le haría encontrar una salida hacia Alemania. Fue en el Max Planck de Frankfurt, laboratorio donde comenzó un doctorado que se le resistía. «Yo siempre había estado huyendo de hacer el doctorado porque hacerlo nada más salir de la carrera me parecía que era un paso que la gente daba porque sí, por inercia. Yo quería saber si la ciencia era mi vida, que al final ha sido así», argumenta Tatiana que está finalizando ahora en San Sebastián esta tarea pendiente. Y es que, la vida nómada está casi siempre reñida con la llegada de un nuevo miembro a la familia. «Hace tres años tuve a mi hija y la vida en un país extranjero, sin familia, a veces se hace bastante dura. Decidimos que era tiempo de volver », relata sobre esta decisión. Ahora sólo le queda escribir la tesis y este círculo se cerrará realizando el postdoctorado en el mismo laboratorio de Leioa en el que estuvo cuando vino a vivir a San Sebastián. Entre tanto, también hace malabares para la llamada conciliación familiar, «no quiero quitarme tiempo para estar con mi hija». Ella es, sin duda, su parte más terrenal lejos de la ciencia, su hija Lur, que significa tierra en euskera.

Tatiana es, en definitiva, una trotamundos a la que la biología y la vida han ido llevando de un sitio a otro. «Ha sido diferente en cada país, pero siempre trabajando en investigación de genética molecular, nunca he pensado trabajar en academia, ni en farmacéutica; ha sido una trayectoria muy enriquecedora, siendo que he ido in crescendo».

Mujer y ciencia

Pero la biología y la vida también dejan luces y sombras, puesto que la felicidad de publicar en Science coincidió para ella con un aborto. «Tener que alargar tanto al final te pasa factura», sostiene sobre lo que para ella es clave en el papel de la mujer en la ciencia. «Casi siempre tienes que decidir entre hacer una familia y hacer una carrera en el mundo de la ciencia», afirma Tatiana que cree esto viene motivado por la elevada competencia existente, «muchas veces te tienes que plantear incluso postergar el momento de tener hijos hasta que no acabas un doctorado o empiezas el ' postdoc' y eso te hace llegar a conformarte con tener un hijo, porque cuando quieres tener el segundo te das cuenta de que no puedes o tienes abortos».

Justifica así que «el hombre lo tiene más fácil, biológicamente es así». La mujer, dice, se ve obligada a parar «porque tu cuerpo no es el mismo, yo por ejemplo no era capaz de pensar igual que cuando no estaba embarazada; hormonalmente, el cerebro cambia y, de hecho, hasta nos desaparece masa gris». Sabe lo que dice, pues el cerebro es su mesa de trabajo y la base lo publicado en Science. «Siempre se ha pensado que en el cerebro había partes más conservadas y otras más nuevas», comienza desgranando sobre su estudio, «nosotros gracias a la técnica del single cell, que es coger las células únicas, hemos visto que en realidad hay zonas que parecían muy conservadas y que tienen células que son conservadas, pero otras totalmente nuevas. Es más un 'mixture' de tipos celulares que partes que se han conservado o partes que son nuevas». Se trata, añade, «de entender el cerebro a través de conocer su historia».

La ciencia en España

Sin embargo, cree que el ser humano está muy lejos aún de conocer el funcionamiento del cerebro, «es muy difícil de estudiar y se hace siempre con partes muy pequeñas». Lamentablemente, no parece que los futuros avances puedan salir de Extremadura. «La ciencia aquí no es inexistente, porque hay gente que trabaja y lucha por ella, pero sí que se podría gestionar mejor y dar más oportunidades», demanda, consciente de que la ciencia «muchas veces no da dinero a corto plazo y si no ves el rédito a corto plazo no se suele invertir tanto como en el sector turístico o el agroganadero, muy necesarios y que son más explotados en la región». Por eso, asegura, la mayoría de compañeros de su promoción en Biología han terminado trabajando lejos de la ciencia o lejos de España.

A nivel nacional la situación no es más optimista. «Vamos siempre a la cola porque no se ve el rédito. Hay gente excelente que no puede exprimir esa excelencia, tienen que renunciar a familia y amigos», afirma. Para Tatiana, la inteligencia artificial es el futuro, «pero sin ciencia básica no sería posible».

Ella fue de las que en su día renunció a la cercanía de familia y amigos, años después encuentra una recompensa más al ver parte de ese sacrificio reflejado en la revista Science, algo que seguirá siendo una utopía para innumerables científicos. Tatiana ya tiene la portada enmarcada, regalo de su pareja; y recuerda que su madre sí que supo invertir en ciencia: «Siempre me dice :'No te he podido comprar un Mercedes, pero te he dado una carrera y aquí se ve el resultado', ella sí que sabe ver el resultado a largo plazo».

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