

Teatro, cine, televisión y radio son los distintos géneros de la dilatada trayectoria profesional de la actriz Florinda Chico Martín-Mora, quien nació en Don Benito un 24 de abril de 1926, en el seno de una familia humilde. Niña vivaracha e inteligente, transcurrió su niñez y los primeros años de su juventud en su ciudad natal. Clori, como era conocida, fue la primogénita de las cinco hijas que tuvo el matrimonio formado por Enrique Chico Vivas y Teresa Martín-Mora de Paredes, más conocida como «La Guapa».
Su abuelo paterno, el farmacéutico Enrique Chico Calvelo, procedente de Béjar, se estableció en Don Benito, donde abrió una pastelería de gran prestigio y un restaurante: Casa Chico. Viudo de Obdulia Medina Fernández y con dos hijos, el abuelo contrajo segundas nupcias con Clorinda Vivas Gallego, la que sería abuela de Florinda.
La que estaba llamada a ser actriz, estudió hasta los 14 años en el Colegio del Santo Ángel de Don Benito, donde mostró su afición a lo que después iba a ser su verdadera vocación, interviniendo en representaciones que el colegio se organizaba, así como en recitales poéticos y musicales que tenían lugar en el Cine Imperial (hoy Teatro Imperial) y en el Casino «Círculo de Artesanos» de esta localidad.
Tras el fallecimiento de su padre, cuando ella tenía 14 años, la familia intentó vivir con una casa de huéspedes, pero, mientras más clientes, más pérdidas, pues daban excelente comida que no cubría gastos, tomando la decisión definitiva de clausurarla. Clori tuvo que ponerse a trabajar para ayudar, ejerciendo de mecanógrafa en la oficina dombenitense de la ONCE, vendedora de helados y modista, pero su verdadera vocación, que era el teatro, la empujó a metas más altas.
Aquella chica de carácter alegre, ojos profundos y bonita figura vivió a los 17 años su primer desengaño amoroso cuando su novio, un joven estudiante de medicina de Villanueva de la Serena, Ricardo Casas, la dejó por ser pobre.
Ya en Madrid, en el año 1948, debutó en «La Blanca Doble», dentro del género de la revista. A partir de este momento tuvo lugar su definitivo lanzamiento como actriz de la mano de María Fernanda Ladrón de Guevara, de quien Florinda recibió el estímulo y acicate para afrontar las andaduras de esta difícil profesión artística, su aparición tuvo lugar con el estreno de «La Papirusa» (1955), en el Teatro Reina Victoria de Madrid.
Conoció al actor José María Labernie, con el que se casó embarazada el 17 de mayo de 1950, en la Iglesia de Covadonga; ella vestía traje blanco de calle, abrigo azul turquesa y sombrerito con una pluma. Meses después nació su primera hija, a la que llamó María Teresa (1950), como su madre.
Durante los primeros años de casada, Florinda pasó muchas estrecheces económicas: vivían realquilados en una habitación con derecho a cocina y la situación se hizo tan crítica que tuvieron que enviar a la niña a Don Benito para que la cuidara la abuela. Lo mismo sucedió con la segunda hija del matrimonio, Paloma (1955). «De lo que más me arrepiento es de haberme perdido la infancia de mis hijas. Mi madre se encargó de todo y siempre le he estado muy agradecida», explicaba Florinda.
La infidelidad de su marido
A principios de la década de los 60, se le vino el mundo abajo cuando descubrió que su marido le era infiel con una menor. «Yo tenía 36 años como 36 soles, pero se cruzó en su vida aquella chavala, que era una mala persona, y el 14 de mayo de 1963 José María nos abandonó a mis dos hijas y a mí», explicó la actriz. Desde entonces llamó a su marido «el difunto», porque no quiso volver a saber nada de él. El estrés de aquella época y la larga depresión que sufrió le dejaron una inmoderada tendencia a engordar.
Trabajaba en la compañía de Lina Morgan cuando empezó a salir con uno de los electricistas, Santos Pumar, que le declaró su amor en Sevilla un 14 de mayo de 1977. Supersticiosa, devota de Jesucristo y profunda admiradora del Rey Juan Carlos, Florinda finiquitó legalmente su matrimonio en cuanto se legalizó el divorcio en España y, en 1989, se casó con Santos, que se había convertido en el gerente de su compañía.
Su paso a la comedia teatral y a la compañía de actores de Radio Madrid fue rápido. Trabajó en los teatros Español y María Guerrero, y a las órdenes de José Luis Alonso destacó en 1962 en «Los caciques», de Carlos Arniches.
Intervino frecuentemente en «Estudio Uno» de TVE, pero su verdadera consagración popular tuvo lugar con «La Casa de los Martínez» (1966), junto a Rafaela Aparicio como pareja; en esta serie televisiva, que estuvo en antena durante cuatro años, Florinda hizo saber reiterativamente a todos los hogares españoles su origen y procedencia de Don Benito. Desde entonces, Florinda quedó encasillada en el personaje de sobrina de Rafaela en más de un centenar de películas, «que eran todas de consumo porque tenía una familia que mantener, pero yo las hice con mucho amor». Repitió de alguna u otra manera el mismo personaje, aunque ella se empeñara en su carrera de actriz dramática.
En teatro, intervino en «El sol en el hormiguero», de Antonio Gala; «Los malhechores del bien», de Benavente; «La rosa de papel» y «La cabeza del Bautista», de Valle-Inclán; «¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita?», de Martín Recuerda... En 2004 subió a los escenarios por última vez con la obra «Que me quiten lo bailao (la reina castiza)», de Rafael Mendizábal, monólogo sobre los recuerdos de Isabel II, lo que permitió a la actriz la ironía de decir: «Empecé siendo vedette y acabo siendo una reina: esto es el teatro». Sufría entonces una dolencia en una rodilla, que la obligaba a caminar ayudada de un bastón y a aparecer inevitablemente sentada en el escenario.
En el cine, donde había debutado en un pequeño papel en «Intriga en el escenario» (1953), demostró su valía en películas de la importancia de «Cría cuervos» (1976), de Carlos Saura; «Jarrapellejos» (1987), de Antonio Giménez Rico, o «La casa de Bernarda Alba» (1987), de Mario Camus.
Premios y reconocimientos
Entre los premios y condecoraciones que se le han concedido a Florinda Chico, se encuentran, entre otros: Antena de Oro de TVE, Importante de Extremadura, Mejor Actriz Cómica, Hija Predilecta de Don Benito, Medalla de Oro al Mérito del Trabajo con el título de «Excelentísima Señora», Premio Ercilla a toda una vida en el teatro, TP de Oro Especial por su trayectoria profesional, Premio Extremeña del Año, Premio APEI-PRTV, Medalla de Oro de las Bellas Artes, Medalla de Extremadura y Escudo de Oro de la Ciudad de Don Benito.
Diremos que los méritos y cualidades de Florinda Chico han sido reconocidos por la crítica unánimemente y, desde unos u otros medios periodísticos, se ha constatado respecto a ella: «La actriz de voz tropical», «es como un torrente de gracia, simpatía y conversación», «es una extremeña clara como el agua», y el escritor Alfonso Paso escribió: «Florinda Chico es una actriz excepcional, en ella todo es inesperadamente divertido, inesperadamente prodigioso, inesperadamente lleno de talento, de arte, de gracia y de simpatía. Ella piensa que el salero y la gracia y las cosas mínimas de la existencia tiene aún una importancia definitiva».
Le gustaba mucho cocinar, y ello la llevó a ser autora de dos libros de cocina: «¡Qué aproveche!» (Ediciones Martínez Roca, 2001) y «Mesa y mantel» (Belacqua, 2003).
Sobre Don Benito, Florinda decía que era «¡el mejor pueblo del mundo! ¡Donde se crían las mejores peras, los mejores melones y las mejores «gachís»!».
Su nombramiento como Hija Predilecta de Don Benito tuvo lugar el 21 de diciembre de 1985, acto al que acudió vestida con un abrigo de visón y un vestido sobre el que destacaban ostensiblemente lentejuelas y bordados de oro. Posteriormente, Florinda se desplazó acompañada del alcalde, familiares y amigos hasta la calle de García Moreno, que había sido cambiada de nombre por el de la actriz.
«El día 21 de diciembre del año 1985 no es un día más en mi ajetreada vida; es un día muy especial. La ciudad que me vio nacer, la ciudad de mi infancia y mi adolescencia, mi ciudad, por cuyas calles pasearon estos pies, el Don Benito de la guerra y posguerra, ese hosco Don Benito me nombra, en el transcurso de un pleno extraordinario de su Ayuntamiento, Hija Predilecta de la Ciudad», confesó a su biógrafo.
Regreso a Don Benito, 21 años después
Tras 21 años sin pisar Don Benito, en junio del año 2006 regresaría nuevamente a su pueblo natal para interpretar el papel de la Reina Isabel II en la obra «Tierras Abiertas», un espectáculo sobre la historia de Don Benito dirigido por Isidro Leyva.
El 18 de febrero de 2011 fue ingresada en la Clínica Virgen del Mar (Madrid), aquejada de un catarro muy fuerte; sufría una fuerte afección respiratoria desde hacía diez días, por lo que estuvo recibiendo tratamiento con antibióticos.
El 19 de febrero del año 2011, a las cinco de la madrugada, la actriz dombenitense fallecía en Madrid a los 84 años de edad. Las reacciones a su muerte no se hicieron esperar: la Academia de Cine lamentó la pérdida de «una de las intérpretes más queridas y admiradas por el público». En la nota, la Academia señaló que fue «una mujer que se adelantó a su tiempo y que, en los años de posguerra, se atrevió a decir aquello de «mamá, quiero ser artista», mucho antes que Concha Velasco».
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