Once pesetas portaba en el bolsillo Antonio Vallejo cuando la mesta le llevó de Soria a Don Benito a finales del siglo XIX. Un viaje que también llevó a aquel joven soriano a conocer a la que sería su mujer y con la que formaría una familia, pero también uno de los negocios más icónicos de la localidad: Almacenes Vallejo. Las paredes del edificio, construido en 1867, guardan buena parte de la historia colectiva de Don Benito.
En agosto de 1893, este inmueble fue uno de los escenarios de un motín contra las llamadas Cédulas Personales. Por aquel entonces la plaza de España era la plaza de la Constitución y Almacenes Vallejo, la casa comercio de los hermanos Córdova, señores contra los que una multitud clamaba: «¡Mueran los Córdovas!». Un acontecimiento que, tras varios días de altercados, terminó con el cese del alcalde Francisco García Gómez.
Años después, aquel edificio pasó a manos de la familia Vallejo tras ser comprado por el joven Antonio, con todo un futuro por delante, pero también una Guerra Civil por vivir. Un enfrentamiento bélico del que también guarda esta casa algunos vestigios, el más impactante, el refugio antiaéreo que todavía hoy es accesible en la parte trasera de la edificación. «En ese refugio entraba mucha gente a protegerse, no solo la familia, era un refugio de la ciudad», cuenta Gloria Galán, bisnieta de Antonio Vallejo. Aquella época de guerra en España queda también recordada en su fachada donde todavía se observan los daños causados por la metralla de un bombardeo.
La paz llegó, también la democracia, acompañada de nuevas anécdotas ya siempre ligadas a la familia Vallejo. Una de las más imponentes fue el despliegue de los GEO en la cubierta del edificio para proteger a los Reyes en su visita a la localidad en 1977. Sin embargo, más allá de albergar un sinfín de momentos de la historia colectiva, también guarda en su interior cientos de recuerdos de cuatro generaciones de aquella familia que comenzó con Antonio Vallejo y su mujer Ana María Cidoncha.
El nexo fue siempre una tienda en la que se vendía de todo: perfumes, telas, herramientas de ferretería, juguetes... Los Almacenes Vallejo fueron durante décadas el epicentro de la vida comercial en el municipio hasta su cierre en 2012. «Mi padre era el gerente y ninguna de sus tres hijas se quedó con el negocio», recuerda Gloria Galán. Sin embargo, la casa siempre ha tenido vida hasta hace apenas un año, incluso ella tuvo allí su despacho profesional como abogada. Y si para los Córdova fue el desagradable escenario de un motín, para sus sucesores fue todo lo contrario, convirtiéndose en la estampa perfecta para retratos de boda y grandes celebraciones familiares. No obstante, este edificio es lo más parecido a una máquina del tiempo: un reloj parado poco antes de las 6, una vieja escalera de madera que asoma hacia los almacenes aún con decenas de cajas y estanterías repletas de objetos de antaño, frescos en las paredes que reflejan la cotidianeidad de un Don Benito pasado o un pozo en un patio interior que recuerda aquel 1867 desde el que aquella casa recoge historias.
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Así, a Antonio Vallejo le bastaron aquellas once pesetas para dejar un legado vital incalculable, pero en lo económico ese bolsillo casi vacío ha pasado a los 1,9 millones de euros por los que el Ayuntamiento de Don Benito compraba hace unas semanas el emblemático edificio. «Da pena venderla, ahí hemos pasado la niñez y hemos crecido, pero por otra parte es lo mejor, el Ayuntamiento es quien mejor puede conservar el patrimonio y que quede para la ciudad de Don Benito», expresa Gloria Galán.
Esas paredes llenas con cientos de historias ahora tendrán otras tantas por escribir siendo además una de las piezas claves en la futura remodelación de la plaza de España. «La presencia del edificio es espectacular, de hecho, forma parte de la fachada porticada en la plaza de España y es uno de sus principales valores», explica Enrique Talavera, concejal de Desarrollo Urbano, que reconoce que el inmueble cuenta con muchos elementos de interés, «aunque con cierto deterioro, hay elementos que dignifican y hablan mucho del nivel social y económico de su historia».
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El primer paso ahora será realizar un análisis constructivo para conocer en qué situación se encuentra el edificio, principalmente en cuanto a seguridad, ya que a nivel de estructura parece que se encuentra en buen estado, salvo algunas partes muy localizadas. Además, hay algunos elementos protegidos en el catálogo de bienes del PGM. «A partir de ahí empezaremos a trabajar en ideas para este edificio que ofrece múltiples posibilidades por su potencial arquitectónico, su localización y la extensión superficial que ocupa», avanza el edil que indica también que el soportal es un elemento intocable y que habrá que conjugar una intervención mixta «para tener en cuenta la conservación de los elementos protegidos y una cierta libertad arquitectónica para intervenir en la zona trasera».
En definitiva, seguir ese viaje en el tiempo procurando no alterar en exceso un histórico pasado.
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